martes, 11 de mayo de 2010

Escribir con espejos


-Miguel Ángel Hernández-

Para volver sobre una constante de su Ciudadano sin fin (1970), Juan Calzadilla escribe: "Tiemblo de pensar que tengo un doble cuya importancia excede a mi propia estimación" (p.73). La voz del poema se ve acechada por una alteración/alteridad, muchas veces difíciles de discriminar. En este caso particular, se trata de una característica fundamental que recorre toda la obra poética de Calzadilla y que muestra desde sus primeros poemarios, como lo evidencia esta antología. El tratamiento de la voz guía en el poema, además de ser tema, anécdota, es el resultado de una particular conciencia del lenguaje que viene dada por la escritura misma. Podría decirse que es la propia palabra la que tiende al desdoblamiento. Después de todo, el lenguaje no puede aspirar a más de ser metáfora, es decir, ausencia. El conflicto -necesario- surge precisamente cuando esta conciencia de ausencia, por lo mismo, hace presencia del lenguaje, yendo la palabra sobre sí misma. Así, además de signo, de elemento mediador, ésta pasa a ser sujeto, agente; entonces el habla apunta al poema. Luego, en este juego especular en que deviene el objeto literario, es inevitable que los personajes del poema estén en un constante proceso que culmina muchas veces en el desdoblamientos de éstos, cuando no en una alteración, en una metamorfosis.
En el poema "Contradicciones", por ejemplo, leemos: "Cuando tomo la pluma los labios no quieren callarse/ Cuando empiezo a hablar la mano no guarda silencio, / se altera y oscila en otra dirección/ [...] / Cuando camino una mitad del cuerpo avanza conmigo / La otra mitad espera, como muerta, fija en los postes / La sombra aproxima, el deseo aleja/ Mi propio frente me da la espalda/ Son contradicciones" (p.77). Cada verso va dando cuenta de un desdoblamiento del personaje del poema o, al menos, de varias voluntades residentes en aquel. Pero al mismo tiempo reproduce en su estructura las contradicciones que va describiendo: pluma/labios, hablar/silencio, avanzar/esperar, hasta dar con ese verso que desborda el sentido: "Mi propio frente me da la espalda". Así, pues, el texto está elaborado de manera que también él tenga mitades divergentes, mitades que van en sentidos contrarios, simétricos. Siendo así, el texto logra actuar, hace en su propio tejido la contradicción: la crea.
Pero esta escritura de espejos está determinada, en última instancia, por esa temática clave- señalada en más de una ocasión- de la ciudad terrible, que engulle, que moldea al ciudadano sin fin, sin razón de ser, que deambula en la poética de Calzadilla.

Tomado de la revista de poesía venezolana "El Salmón"
Número 6/septiembre-diciembre 2009
Caracas
Página 60

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