martes, 30 de junio de 2020

El desasimiento de la vida y el espíritu o cómo recibir Golpes de pala en manos de Juan Calzadilla






-Jenifeer Gugliotta Guédez-


La vida me increpa y no hago más que responder sus acusaciones disimuladas, sus atrevimientos, dejadez o euforia con poesía. Escribo o leo poesía, no hay otra opción para un espíritu con ganas de desasirse. Entonces el reflejo de los otros se sobrepone ante mí y convengo una especie de tratado con la palabra, les leo y me releo a través de ellos, en especial si se trata de buena poesía.

Me convierto entonces en otra redactora del texto y mi espíritu va a asirse en las páginas ya escritas, comulgo en la cuidad de Juan (suelo también hacer mío al poeta) y observo con él cómo la calle se divide en dos por un puente, así como se divide la mujer que ve por la ventana, la que está a punto de lanzarse, la que divide (ella como puente) la vida y la muerte. Recibo entonces el primer zarpazo, el primer Golpe de pala y todo se va expandiendo, así como se expanden los pulmones al primer intento de querer tomar aire cuando sientes que te estás ahogando. Juan me muestra una manera distinta de ver la realidad, sus poemas resultan ser una búsqueda interior (el poeta siempre la tendrá) que se exterioriza en este caso con el concreto y el paisaje de la ciudad.

«Algunas veces me quedo parado esperando algo, pero no sé qué». Reza Juan en su poema Por todo el carril, en su libro Golpes de pala (2016:19). Y así nos quedamos muchas veces ante la vida, sin saber siquiera hacia dónde dirigir la estocada, el trayecto se bifurca y esos edificios, las calles, los puentes, los automóviles terminan por convertirse en términos que la gramática muy bien maneja, pero que el poeta toma y deshace para reinventarse, para traducir quizá una verdad que contiene dentro, cambia el discurso para ser a través de él y no solo estar. «Yo no puedo dejar de ser yo mismo». Insiste Juan en su poema Frangmentarista de mí mismo (2016:22) Y todo él confluye. El juego de palabras se hace presente y busca en sí mismo su ser, su verdad: ni antes, ni después, sé es y punto.

Me topo entonces con otro Golpe de pala, y esta vez Juan atina fuertemente: la muerte expresada desde el interior, La vara ciega  y el poema Si algo me impide intentarlo, son textos que nos permiten ver y sentirnos desde adentro, saltar y caer seguro en sí mismo es la opción ¿De qué vale dar el salto? Si ya lo has hecho antes en la mente, incluso has pensado en el dolor, las heridas que pueda ocasionar «…si ya su parábola externa sin necesidad de intentarlo está bien inscrita en mi cuerpo?» (2016:26). Es cuando el desasimiento de la vida y el espíritu ocurren a través de las palabras de Juan, es ese desprenderse de una realidad aparente y enfrentarse a otra, observar y ver desde un ángulo distinto aquello que nos circunda.

Juan no solo juega con la palabra, con el verbo, sino también con todo lo que le rodea: con lo que hay en la vida, y lo conjuga con el espíritu, con ese ser que intenta conseguir un asidero, indagando, prorrumpiendo de manera suspicaz ante todo y todos, nos hace reír con sus textos locuaces, nos hace ver lo absurdo de algunas situaciones, temas que parecen serios, pero que Juan describe con tanta verdad que nos hace sonreír entre líneas: «Comprendo mi dificultad para redondear mi visión a causa de que, cuando voy a ver; cada uno de mis ojos se sitúa en un peldaño distinto (…) Porque el deseo de independencia de cada órgano está en armas. Se satisface en una guerra declarada contra todo principio subordinador». (2016:44)

A través de sus poemas Juan nos demuestra cómo nos herimos, descosemos y cosemos al escribir (y al leer-nos), la palabra se convierte en zaguán para dar entrada al arte, la literatura y la fotografía, siempre teniendo como paisaje a la ciudad y su relación con la interioridad del ser.

Golpes de pala llegó a mí una mañana del mes de mayo. Lo tomé de una librería y decidida a conciliarme (al menos con un libro) me senté a hojearlo. No pude detenerme en su lectura que resultaba en cada frase un Golpe de pala, insistente me exigía desasir el espíritu. Así llegué a El reino de los otros, supe que su prisión había sido la mía, esa que no ves, pero que la certeza va afianzando «…ya la prisión estaba en él antes de advertir que podía ser condenado a ella». (2016:70) Este texto unido a: A diario tengo que rendir cuentas; Las preocupaciones; El origen; El sendero que soy suman al libro de Juan un sustento poético inimaginable, su indagar en el ser y esas divagaciones sobre temas relacionados al espíritu hacen de cierta manera que el lector se detenga a pensar, a ver desde el ojo de Juan una situación que bien vale la pena vislumbrar desde un punto distinto.  «Tengo que suministrarme un origen. (…) Un origen que me garantice que, por fin, admito que comienzo a ser lo que soy». (2016:75)

Es así como me veo recibiendo Golpes de pala, y es precisamente ese sendero, el trayecto que ahora me trazo, lo que me llevó a este libro, y mi espíritu sin mediar más palabras insistente me repite «…disfruta más del viaje que de haber llegado a la meta». (2016:76). Continúo leyendo y como todo libro o poema termina antes de lo acordado o planificado por el mismo poeta que escribe. La nostalgia se hizo presente, sin duda uno de los poemas de Juan con los que guarda más relación mi espíritu, tanto así que me atreví entre las notas que hice al libro a renombrar el poema: El por qué las miradas nostálgicas y entonces me vi reflejada en cada palabra, lo que creía era el pensamiento del poeta se convirtió en mí (ser) y no pude ante el texto más que soltar todo aquello que un día fue, esto que soy, lo que me contiene.



*Texto publicado originalmente en el siguiente enlace:
https://juancalzadilla.com/2019/09/29/el-desasimiento-de-la-vida-y-el-espiritu-o-como-recibir-golpes-de-pala-en-manos-de-juan-calzadilla-por-jenifeer-gugliotta/

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