-Ana Felicia
Núñez-
En los primeros
poemas de Juan Calzadilla que datan desde 1958 hasta 1967 existe la presencia
muy arraigada del campo. El hombre en su punto de origen, la infancia, el
asombro. Para 1970, con el poemario Ciudadano sin fin, el imaginario se vuelve urbano.
Vemos transitar el hombre “ciudadano” quien no se reconoce en su cuerpo, en sus
oficios, en su andar. La ciudad es, sin duda, el tema de su poética. Sin
embargo, dentro de esa selva urbana aparece
en diversas alusiones reflejada la naturaleza.
La naturaleza tiene el brillo
persistente de las máquinas (p. 13).
La yerba ocupa el sitio de las camas (p. 25).
A ciertas horas el mar se introduce a los patios de las mansiones (p. 25).
En agosto, cuando el pasto está
maduro en el valle, los cuerpos adquieren la consistencia de los frutos… (p.
67).
Con la carencia del paisaje y la presencia de la ciudad Calzadilla crea un
imaginario más íntimo que devela paso a paso el proceso de reconocimiento del
hombre en otro espacio.
me he transformado en otro
y el papel me va bien
¿Y los paisajes?
y el papel me va bien
¿Y los paisajes?
La transformación ocurre en el poema con imágenes recurrentes pobladas de
sombras, fantasmas, silencio.
Si, por caso, me pongo en camino/
encuentro que mis pisadas han dejado de pertenecerme (p. 33).
Observo en las paredes de mi
cuarto fantasmas que tienen mi propio largo, que ríen con mi risa, que
parpadean con mi único ojo sano y me llaman con una voz tímida y
desproporcionadamente mía (p. 23).
El silencio es
una manera de suspenderse. De permanecer incólume entre los dos mundos que lo
habitan. Su poesía transcurre en un permanente ir y venir de la infancia a
la selva de concreto que es la ciudad.
…soy eres somos el hecho en sí
la cosa que nada en grande
el ir y venir confundidos
en el punto donde nunca comienza (p. 41).
la cosa que nada en grande
el ir y venir confundidos
en el punto donde nunca comienza (p. 41).
Calzadilla, al igual
que Ramos Sucre, nos muestra paisajes, del campo y de la ciudad, panorámicos,
macros, y al pasar la página encontramos el paisaje reducido al detalle.
Crea entonces un punto nulo donde confluyen todas sus voces con todas las
voces de la ciudad. Desde allí describe la ciudad: mendigos, pillos, viudas,
viejas, amantes, basura.
Todos una sola persona
Si el pensamiento avanza la sombra traiciona
pues sin saberlo cada individuo está formado
por multitud de seres que le precedieron y le siguen
La suma de mi cuerpo es la resta de todos
……………………..los demás cuerpos que me acompañan (p. 34).
pues sin saberlo cada individuo está formado
por multitud de seres que le precedieron y le siguen
La suma de mi cuerpo es la resta de todos
……………………..los demás cuerpos que me acompañan (p. 34).
Surge, paralelamente, un tercer Ser, una tercera voz, con un matiz más
reflexivo, más interno. Nos recuerda Calzadilla el verso de Rimbaud “Yo es
otro”. Entre un yo puro, ancestral, y el yo impregnado, atravesado por el otro,
por lo otro; entrevemos siempre la carencia, la ausencia donde nace el poema.
Entre mi vida y mis actos se
levantan las decisiones / que nunca tomo (p. 33).
Entre mi espíritu y yo se interponen mis trajes (p. 19).
…entre las voces y yo se levanta
un falso péndulo (p. 51).
Esa otra voz de la que hablo la distinguimos en las pisadas, los gestos. Se
transfigura, al igual que la realidad, está en constante cambio. Se mueve con
sigilo. Ha mimetizado los movimientos del reptil, “el cuerpo sabe adaptarse
siempre a las condiciones del terreno” (p. 30).
De niño adquirí el hábito de
arrastrar los pies
(…)
Era la vía de aprendizaje para
llegar a ser un ofidio. En consecuencia, si tenían que hablarme, mis enemigos
bajaban la cabeza para asegurarse de que yo estaba en algún lado (p. 30).
De este modo se
desliza por distintos escenarios y expresa su sentir como víctima de la ciudad,
del monstruo urbano que lo apabulla. Su condición de animal rastrero le permite
cavar en los bajos fondos de la ciudad y ficcionar perfiles de sus habitantes,
tal como lo hace en Oh, smog (1977). El escritor Miguel Márquez ha dicho:
“Sentencia desde la observación escatológica (de éskhatos, último, relativo a los muertos), desde una
mirada estrábica, siempre con un ojo en el submundo, y hace del tiempo una
metáfora muda y ensordecedora”, y el propio Calzadilla, en una entrevista que
le hizo Franklin Fernández, dice: “Todo lo que hago está signado por el arriba
y el debajo de las dos dimensiones del soporte plano”. Sentencia que nos
permite relacionarlo además con la mirada de Ramos Sucre por aquello del
paisaje inconmensurable, poblado de personajes heroicos de nuestra historia.
Grandes campos de batallas pero también, el paisaje micro, el detalle cotidiano
de la ciudad. Por ejemplo, en los poemas “Tiempos heroicos” y “Entonces” de
Ramos Sucre, encontramos coincidencias con Calzadilla; en “Tiempos heroicos”,
más que el tema, la relación está signada a la forma como miran. Calzadilla, al
igual que Ramos Sucre, nos muestra paisajes, del campo y de la ciudad,
panorámicos, macros, y al pasar la página encontramos el paisaje reducido al
detalle: el perro, la calle, la oficina. Sin embargo, sí hay cierta afinidad en
el tema, en la intención como abordan la ciudad.
La calle ha de ser larga, acabará
donde se junten lejanas tinieblas; la formará una doble hilera de casas sin
ningún intervalo para viva arboleda; la harán más tediosa enormes edificios que
niegan a la vista el acceso al cielo (Ramos Sucre: 22).
Observando las calles, cualquiera
diría que las casas continúan ocupadas, las tiendas abiertas, la vida a punto
de comenzar después de una noche de tormenta. Pero no. La ciudad está sola
desde hace mucho tiempo (Calzadilla: 25).
Si hemos dicho que Calzadilla rememora un paisaje del campo que devela su
origen, un paisaje urbano que afirma su presente, mana también un paisaje
interior que tiene de ambos, pero que por esta situación entra en un conflicto
existencial. Se reconoce en lo urbano pero en la memoria persiste la
naturaleza. De allí las imágenes recurrentes como metáforas de negación o
resistencias. Suerte de realidad suspendida. Espacio de distensión entre el
recuerdo y el porvenir. Pirámide invertida cuyo vértice predice la caída.
Ocupaciones
Enumero mis defectos, los marco con una cruz
…………………..colocándonos en orden de mayor a menor contra la pared
como si de mis hijos se tratara.
…………………..colocándonos en orden de mayor a menor contra la pared
como si de mis hijos se tratara.
En fin construyo con ellos la pirámide de mi vida
…………………..desde donde me apresto a caer
…………………..Y caigo no de espalda sino de perfil
…………………..para estar de acuerdo conmigo mismo… (p. 33).
…………………..desde donde me apresto a caer
…………………..Y caigo no de espalda sino de perfil
…………………..para estar de acuerdo conmigo mismo… (p. 33).
*Disponible
en Letralia:
https://letralia.com/sala-de-ensayo/2017/09/04/juan-calzadilla-2/
Me gustaría poder contactar con el maestro Juan Calzadilla, soy la hija de la poetisa Elena Tirado, de Puerto Cabello, quien fue su amiga. Actualmente estoy en Europa y me gustaría poder hablar con el. Mi correo electrónico kattydesousa@hotmail.com
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